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Nivel Medio – Lecturas para compartir en familia (2)
- 27 junio, 2016
- Creado por: admin_schonthal
- Categoría: General Nivel Medio
El último momento sagrado en el que se coló el celular
Chequear las notificaciones antes de salir de la cama es la nueva rutina
Son las 6.45. Manotazo sobre el celu para que la alarma deje de chillar. En 20 minutos la casa será un desfile de mochilas arrastradas, desayunos a las apuradas, pestañas a medio a pintar, turnos en el baño y, con un poco de suerte, saludos cariñosos antes de que cada uno arranque hacia sus actividades.
Antes de todo eso están los breves segundos en los que abrimos los ojos por primera vez en el día y que, cada vez más, usamos para chequear las notificaciones múltiples que el celular nos acumuló por la noche y ahora nos cuenta “todo lo que nos perdimos” mientras osamos no mirarlo por unas seis horas. Ese simple acto acaba de secuestrar nuestra rutina mañanera.
Tristan Harris es un ingeniero que trabajó en Google como Design Ethicist, un puesto en el que se reflexiona sobre la ética con la que se construyen las aplicaciones que se baten a duelo por nuestra atención. Harris compara a los desarrolladores con los magos, sugiriendo que ambos buscan “los puntos ciegos, los límites y vulnerabilidades de la percepción de las personas para influenciarlas”. Dice que tener un smartphone en el bolsillo es como tener una maquinita de juegos de casino, no sabemos lo que nos va a tocar, pero siempre hay nuevas notificaciones por descubrir, videos que empiezan apenas terminan otros, más likes sobre nuestras fotos o retuits de nuestros pensamientos.
Cuando le damos tanto poder, esto controla nuestra experiencia en más maneras de las que nos podemos dar cuenta. Por ejemplo, impulsa el síndrome de FOMO (Fear of Missing Out) que se refiere a una angustia que se experimenta por todo los que nos perdemos (o sentimos que nos perdemos) al no chequear las notificaciones de manera permanente.
En un estudio de la Universidad British Columbia, investigadores les pidieron a 125 alumnos y profesores que chequeen su mail de manera muy frecuente por una semana (que resultó ser lo que ya venían haciendo).
Luego les pidió que la semana siguiente chequeen el mail sólo tres veces por día y que desactiven todas las notificaciones. En el segundo caso, cuando el tiempo de exposición al chequeo del correo fue limitado, los participantes reportaron menos niveles de estrés y mayores sentimientos positivos. Otra investigación del Future Work Center sobre 2000 trabajadores londinenses reportó que las notificaciones de mail constantes producían altos niveles de ansiedad entre los trabajadores.
Harris sugiere que antes que chequear el teléfono como primera cosa del día, deberíamos considerar alguna actividad más alineada a nuestras necesidades de ese día. Entre las opciones, se me ocurre que me gustaría pensar en hacer un rico desayuno, en organizar brevemente mis tareas, despertar con besos a mi hijo, agradecer por lo que tengo y pensar en una cosa importante que quiero lograr en el día.
Amy Cuddy, una psicóloga de Harvard y autora del libro Presence: Bringing Your Boldest Self to Your Biggest Challenges, donde explora cómo nuestras posturas corporales pueden influenciar nuestros pensamientos y emociones, recomienda estirar el cuerpo tanto como podamos como primer actividad al despertar.
No sé si sugestionada por esta lectura o no, pero seguir el consejo de Cuddy (con gruñido incluido y todo) y además dejar el celu cargando lejos de la cama son dos decisiones que cambiaron mucho y para bien esos primeros minutos de la mañana. Un modo simple de recuperar ese momento único, segundos antes de pisar el suelo y arrancar con todo la jornada.